La banca oxidada- (Historias breves y ridículas) :
Shakmuria | jueves, 25 de julio de 2013 | Etiquetas: Historias breves
Cuando Mateo se enteró de los cuernos que tenía desde un tiempo indefinido, se le vino la idea de emborracharse, por primera vez en su vida. Quizá quería llamar la atención de esa mujer por la cual sufría, y que, la casualidad quiso que viera en actitud romántica con un fulano, en un supermercado. ¡Qué iba a saber él, que gracias a las tortillas de harina, y una coca cola de 2 litros, que su mamá le mandó a comprar a esa enorme tienda, podría descubrir el engaño de su amada!
Cuando Mateo miró a la chica, que me parece se llamaba Lucero, dejó el encargo de su madre en la caja, y se acercó a ella.
Sentía morirse de rabia y de dolor al mismo tiempo. Mirarle, dándole besos a otro que no era él, era un golpe muy fuerte. Cuando ella se dio cuenta que él estaba allí, fingió no conocerle. Él se puso en frente de ellos, sin decir una sola palabra, como dos desconocidos, como si no tuvieran 6 años de noviazgo. El compañero de Lucero, extrañado le preguntó quién era el tipo que se les acercó, y ella le pidió que se fueran. Así fue como Mateo, miró a su novia irse de la mano de otro. Sintió deseos de seguirlos, y a ese hombre partirle la cara, y a ella llamarle con el adjetivo que merecía.
Saliendo ese desdichado hombre del supermercado, se fue a la cervecería más cercana. Compró 2 six, y tomó camino a un parque. Quería echarle limón a su herida, pues a ese parque solía ir con su reciente ex novia. Quería aumentar su dolor, y se sentó en esa banca oxidada en la cual ella se sentaba tantas veces a su lado. Y comenzó con la primera cerveza. Pero no fue suficiente; se tomó otra, hasta que la ebriedad llegara.
Se dieron las 2 de la mañana, y la pobre madre de Mateo, estaba preocupada, preguntándose por qué no llegaba su hijo; imaginando lo peor. Sonó el teléfono de la casa, y ella pensó que le darían la mala noticia, pero no fue así. Quien le llamó fue un vecino; la mujer sintió alivió al escuchar que le dijeran, que Mateo, estaba detenido en la delegación de policía, por escándalo en la vía pública.
No es que eso fuera buena noticia, pero era mucho mejor que le dijeran que su hijo estaba muerto.
La ebriedad de Mateo, causó que le llamara catorce veces a Lucero, pero que ella sólo respondiera una llamada; una llamada, que fue suficiente, para que él le insultara llorando. No sólo eso, pues, entró a una fiesta a la que no fue invitado, y comenzó a bailar en ridículo. Y golpeó a un tipo, sólo por el hecho de decirle que era mejor que se fuera en casa.
La madre no podía creer que su hijo estuviera detenido, y mucho menos, que se haya emborrachado. Gracias al pago de la fianza, con el dinero de la cundina que ella tenía guardado, él pudo salir.
Ya estando sobrio, volvió a llamarle a Lucero, pero ella no respondió. Él se sentía desesperado; se moría de rabia de darse cuenta que para ella, él le era indiferente, después de casi 7 años de noviazgo. Así que, pese a sus 27 años de edad, tuvo una idea inmadura, conseguirse una novia lo más pronto posible, para que Lucero se muriera de celos. Pero no era tan sencillo, así que, se olvidó de esa idea.
Quería llamar la atención de ella; quería que ella se preocupara por él. Así que, dos días después de esa madrugada de ebriedad, se subió a un edificio, simulando que se suicidaría. Por supuesto que esa no era su intención; él simplemente quería "existir" para Lucero. La policía rápidamente llegó; también los bomberos, y mucha gente allí, de metiche. Los minutos pasaban, y Mateo no se lanzaba; sólo hacía el ridículo, pues hasta reporteros de un periódico famoso de la ciudad, llegaron. Mientras él, amenazaba con lanzarse, Lucero estaba muy feliz del lado de su novio. No era aquel con quien Mateo le miró besándose en el supermercado; era otro. Lucero muy feliz, cenando en un lujoso restaurante, y su ex novio, a varios metros encima del suelo, sufriendo. Cuando Mateo miró a su madre desesperada desde abajo, sintió remordimiento. La estaba mortificando, y eso no era bueno para su diabetes, así que, decidió dejar el circo, y bajó.
Al despertar al día siguiente, sintió mucha vergüenza; muchos vecinos se dieron cuenta del ridículo que hizo.
Recibió la llamada de Carmen, la amiga de Lucero, y cuando le escuchó decir unas palabras, se sintió Frío. Ella le dijo que Lucero se expresó mal de él, que era un loco,y que no se arrepentía de haberle dejado.
En la tarde salió al parque, a ese mismo en el cual se emborrachó, y con intenciones aparentemente de oprimir su herida, se volvió a sentar en la misma banca oxidada. Sentía como su un alfiler estuviera atravesando una y otra vez su pecho. Le dolía el alma, y breves lágrimas caían. Se sentía con impotencia; deseaba decirle tantas cosas a Lucero, y no tenía más remedio que guardarlas. ¿Qué sentido tenía que le dijera palabras que ella no quería escuchar? Por más que intentaba digerir la realidad, de que a ella, él no le importaba, no podía. Le espantaba la idea de que estaría un día, quizá un mes, quizá más, sintiendo ese dolor emocional, que él describía como "horrible".
Se fue del parque, ni siquiera sabía hacia dónde iría; pero no quería estar en casa, por lo menos, no todavía. A gastarse el dinero de su quincena, fue a una cervecería. No es que le gustara la cerveza, o que ya tuviera adicción, pero quería enviarle una señal a Lucero de "Existo". Quería llamar la atención, que ella viera que por su culpa, él se hundía en un pozo, del cual, ella debía rescatar. Pero a ella, simplemente no le importaba. Y Mateo, consiguió su segunda borrachera, en menos de una semana. En la segunda vez, consiguió aparecer en la sección "Policiaca" de el periódico local. Volvió a hacer escándalo en la vía pública, y la noticia llegó a Lucero. Pero ella lo que sintió, fue gusto, de sentirse importante, y de provocar ese hundimiento en alguien.
La madre de Mateo, lo obligó a ir al psiquiatra. Pero él en su ignorancia, creyendo que era lugar exclusivo de locos, se rebelaba a estar allí. Sabía que la había regado, pero que no era para tanto; pensaba que la solución era que Lucero se diera cuenta que lo ama. Así que, después de la primera cita en el psiquiátrico, ya no volvió.
Él ya no quería mortificar a su madre; quería hundirse él, pero no que ella lo resintiera. Pero los días transcurrían, y él no mejoraba. Seguía atormentándose. Seguía yendo a esa banca oxidada, a lastimarse más. Seguía mirando fotografías donde aparecía con Lucero. Ni siquiera estaba enterado que Lucero ya tenía otro novio.
4 meses después, cansado de su desdicha, de que casi 7 años de noviazgo le hayan importado un comino a Lucero, tomó una trágica decisión. En una madrugada, apareció colgado de un árbol.
Lucero ni siquiera fue al funeral. Sintió culpa durante un par de días, pero poco tiempo después, comenzó otro noviazgo con otro tipo.
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Las moralejas de esta historia, son claras.
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3 comentarios:
Vaya historia. El amor es algo maravilloso. Pero el desamor puede ser realmente destructivo, y puede sacar lo peor de nosotros mismos. He conocido casos parecidos de intentos de suicidio por despecho. Es un asunto muy complicado, porque no todos somos igual de "racionales", y no todo el mundo es capaz de asimilar que cuando el amor se acabó es que se acabó. Triste historia. Saludos, Shakmuria.
Wow! que tremendo. Al principio un poco que me hizo gracia pero después me di cuenta de que la historia no iba de algo chistoso si no más bien trágico. Que horribles son las traiciones.
wow! tampoco me esperaba ese final!
no dejes de escribir por favor
y no dejes de mostrar las historias
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